Alicia en el País de las Maravillas, ilustración de libro |
En México, las estadísticas sobre la lectura no
son nada alentadoras. En el artículo de Guillermo Sheridan (2007), publicado a
través de la revista digital “Letras Libres”, se menciona que la UNESCO y la
OCDE, en su estudio “Hábitos de lectura” le otorgaron a México el lugar número
107 en una lista de 108 países estudiados. Por su parte, Gabriel Zaid (2006),
en su ensayo “La lectura como fracaso del sistema educativo”, concluye que la
mitad de los universitarios de este país (4 millones) nunca han comprado un
libro y lo que es peor, nunca han puesto un pie en una librería.
El
connotado escritor, académico e investigador Sheridan (2007), vuelve a ser más
incisivo en sus declaraciones, al afirmar que al 99.99% de los mexicanos no les
gusta leer. En esta cifra tan alarmante
se encuentra el grosor de los alumnos universitarios. Zaid (citado por
Sheridan, 2007), hace afirmaciones contundentes al mencionar que: “en 53 años
el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18 en la
culta capital mexicana. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores.
Esto demuestra algo realmente inaudito: en México la clase ilustrada es aún más
bruta que la clase iletrada”.
Y continua diciendo: “años de esfuerzo educativo, de aventar
dinero a raudales en bibliotecas, centros culturales, libros de texto gratuito,
publicidad, cursos, campañas, ferias, premios y becas, ofertas y descuentos,
clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo para merecer la
sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y
ya. Punto. No. ¡Que no! Ene, o
= NO” (Zaid, 2006).