jueves, 21 de agosto de 2014

Algo para pensar

Alicia en el País de las Maravillas, ilustración de libro
En México, las estadísticas sobre la lectura no son nada alentadoras. En el artículo de Guillermo Sheridan (2007), publicado a través de la revista digital “Letras Libres”, se menciona que la UNESCO y la OCDE, en su estudio “Hábitos de lectura” le otorgaron a México el lugar número 107 en una lista de 108 países estudiados. Por su parte, Gabriel Zaid (2006), en su ensayo “La lectura como fracaso del sistema educativo”, concluye que la mitad de los universitarios de este país (4 millones) nunca han comprado un libro y lo que es peor, nunca han puesto un pie en una librería.   

 El connotado escritor, académico e investigador Sheridan (2007), vuelve a ser más incisivo en sus declaraciones, al afirmar que al 99.99% de los mexicanos no les gusta leer.  En esta cifra tan alarmante se encuentra el grosor de los alumnos universitarios. Zaid (citado por Sheridan, 2007), hace afirmaciones contundentes al mencionar que: “en 53 años el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18 en la culta capital mexicana. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores. Esto demuestra algo realmente inaudito: en México la clase ilustrada es aún más bruta que la clase iletrada”.


Y continua diciendo: “años de esfuerzo educativo, de aventar dinero a raudales en bibliotecas, centros culturales, libros de texto gratuito, publicidad, cursos, campañas, ferias, premios y becas, ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo para merecer la sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y ya. Punto. No. ¡Que no! Ene, o = NO” (Zaid, 2006).

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